La compra de grandes diamantes por parte de una marca famosa que están a punto de convertirse en verdaderas joyas no es tan infrecuente. Seis meses, un año como máximo, y el mundo suele descubrir qué tipo de diamantes han salido de un fragmento mineral de aspecto bastante sencillo (los diamantes no pueden brillar). Frente a los clásicos del género, la última noticia sobre las ambiciones gemológicas de Louis Vuitton, que ha anunciado la adquisición de Sewelô, el segundo diamante más grande del mundo después del legendario Cullinan, parece intrigante. Por un lado, cuando lo miras recuerdas inmediatamente que el carbón vegetal y el diamante son parientes cercanos. Un experto le dirá que el diamante tiene una «camisa» inusualmente oscura.

En segundo lugar, las palabras utilizadas para describir el potencial de los diamantes de Sewelô por parte de diamanteros experimentados que estudiaron el diamante con escáneres especiales suenan muy, muy cautelosas. Declaran «calidad cercana a la gema» y «zonas incoloras y de alto grado». Sencillamente, aún no se sabe si este diamante producirá diamantes sobresalientes y todavía quedan meses de investigación por delante. Si se encuentra el potencial, el acuerdo es flexible: Lucara Diamond, la empresa que extrajo la piedra, obtendrá una parte de los beneficios de las ventas de las joyas terminadas. Parece que la división de joyería de Louis Vuitton está preparando una declaración muy interesante sobre el tema del valor del coleccionismo.
